• Federico Ávila, Presidente CEO del Grupo Lantania.
    Artículo de Federico Ávila Álvarez, Presidente – CEO de Lantania, originalmente publicado en la revista aragonesa Foco Global
  • “No hay nada más idóneo para la creatividad que la adversidad”

Madrid, 21 de diciembre de 2020. El sector de las infraestructuras a nivel mundial, y en España en particular, se enfrenta a un desafío sin precedentes debido al impacto del COVID-19. A sus problemas endémicos y la crisis que arrastra desde el año 2008 se ha sumado el efecto directo que la pandemia ha tenido en los proyectos en curso, además del impacto en las inversiones previstas, tanto privadas como públicas.

Esta tormenta perfecta tendrá, sin duda alguna, consecuencias de calado. Por un lado, acelerará la adopción de una serie de cambios y tendencias que ya se anticipaban, y que han venido para quedarse. Por otro, provocará una modificación importante del paisaje empresarial. Resistirán sólo aquellas compañías que hayan demostrado su resiliencia, entendida ésta como la capacidad de adaptación rápida a determinadas circunstancias adversas. Es decir, empresas con un elevado grado de versatilidad, agilidad y flexibilidad.

El sector de las infraestructuras en sentido amplio supone el 13% del PIB mundial, el 7% del empleo y está valorado en unos 10 billones de dólares. Sin embargo, adolece de un importante problema de productividad. Ésta sólo ha aumentado un 1% de media en los últimos 20 años (0% en la mayor parte de las economías avanzadas) frente al 2,8% de aumento medio global del total de la economía [I].

El sector de las infraestructuras en sentido amplio supone el 13% del PIB mundial, el 7% del empleo y está valorado en unos 10 billones de dólares. Sin embargo, adolece de un importante problema de productividad. Ésta sólo ha aumentado un 1% de media en los últimos 20 años

Presa de Almudévar.

Otros graves problemas son la escasez de determinados perfiles profesionales, la dificultad para atraer talento joven, la baja digitalización de la industria o los estrechos márgenes de beneficio (en el entorno del 5% de EBIT a pesar del elevado riesgo normalmente asumido) [II].

Si nos centramos en España, antes de la aparición del COVID-19 el sector ya se encontraba en una situación tremendamente delicada, sin haberse podido recuperar todavía de la última crisis. Para entender la magnitud de la misma simplemente hay que tener presente que la licitación de obra pública había caído de los 47.200 millones del 2006 a los escasos 7.400 millones de euros del 2012, recuperándose lentamente hasta los 18.500 millones del 2019 [III], pero todavía muy lejos de las cifras del período expansivo de la economía española. Cabría preguntarse qué habría ocurrido en cualquier otra industria si su mercado natural se hubiese contraído más de un 80%.

Y es en mitad de este panorama cuando la pandemia golpea de lleno a nuestro país. La rápida evolución de los casos y la situación sanitaria provocan la adopción de medidas contundentes con notables consecuencias en la actividad económica como, por ejemplo, el Real Decreto-ley 10/2020 de paralización de toda actividad considerada no esencial.

Cabría preguntarse qué habría ocurrido en cualquier otra industria si su mercado natural se hubiese contraído más de un 80%. Y es en mitad de este panorama cuando la pandemia golpea de lleno a nuestro país

Parque solar fotovoltaico Alcañiz.

Aunque, excepto durante ese período de restricción máxima, el sector de construcción ha podido seguir trabajando, la pandemia está teniendo un impacto directo en la actividad, en la productividad, en los costes y en la tesorería de las empresas constructoras. Todo ello es consecuencia de las medidas adicionales adoptadas para garantizar la seguridad de los trabajadores frente a esta nueva amenaza (requerimiento de nuevos EPIs, teletrabajo, establecimiento de burbujas, flexibilidad del horario, jornadas continuas, cierre de vestuarios y comedores, medidas de distancia personal…), las dificultades para la logística necesaria en las obras (desplazamientos, alojamientos, manutención…), la problemática de los suministros (alteraciones de oferta/demanda, dificultad para su obtención) o la ralentización o incluso completa paralización de proyectos por factores externos (cuarentenas de trabajadores enfermos o contactos cercanos, restricciones de inversión, decisiones de compañía, retrasos en certificaciones y/o aprobaciones…).

Pero no sólo ha afectado a las obras en curso, sino también a una demanda, como hemos visto, ya de por sí mermada. Según los últimos informes de la Confederación Nacional de Construcción, la licitación pública en edificación e infraestructuras ha caído un 37% de enero a agosto del 2020 con respecto al mismo intervalo del 2019, pasando de los 13.000 millones de euros a poco más de 8.000 millones Un descenso que ha sido especialmente acentuado en la administración general (64%), donde se ha pasado de 4.500 millones de euros a poco más de 1.600 millones durante el mismo período [IV]. Las cifras del sector privado siguen la misma línea. Así, un reciente estudio de la consultora inmobiliaria JLL cifra en un 86% la caída de la inversión en todo el mercado no residencial (oficinas, logística, hoteles y comercial) en el segundo trimestre del año en comparación con el mismo período del 2019 [V].

Aun así, en medio de todo este contexto negativo, la reciente aprobación de los fondos Next Generation de la Unión Europea y su impacto en las partidas de Transporte y Transición Ecológica del proyecto de Presupuestos Generales del Estado, aunque insuficiente, representa una bocanada de aire fresco e indica el camino a seguir para la reactivación de la economía y el empleo. La inversión en infraestructuras ha demostrado históricamente ser un excelente mecanismo para ello. El FMI estima que un incremento de la inversión en infraestructuras de un punto porcentual sobre el PIB provoca un crecimiento económico adicional del 0,4% en ese mismo año y un 1,5% acumulado en los cuatro años siguientes, pudiendo duplicarse ese efecto en fases de bajo crecimiento [VI].

La reciente aprobación de los fondos Next Generation de la Unión Europea y su impacto en las partidas de Transporte y Transición Ecológica del proyecto de Presupuestos Generales del Estado, aunque insuficiente, representa una bocanada de aire fresco e indica el camino a seguir para la reactivación de la economía y el empleo

Por todo ello, para la respuesta inmediata a la crisis y la recuperación económica general es clave la existencia de una industria de ingeniería y construcción sana y productiva. Aunque muchas compañías se encuentren atravesando serias dificultades, quizás sea justo ahora el momento para acometer determinados cambios y conseguir salir de esta situación con un sector más fuerte y revitalizado.

En este sentido, parece haber cierto consenso en una serie de tendencias que van a marcar el futuro del sector de infraestructuras en los próximos años:

  1. Aumento de la digitalización: con la implantación de herramientas y sistemas que permitan mejorar la colaboración de los equipos y el control de la ejecución y los costes de las obras en tiempo real.
  2. Consolidación e internacionalización: factores como la presión de costes, las crecientes inversiones en equipamiento e innovación o la necesaria especialización de las plantillas van a requerir importantes economías de escala.
  3. Industrialización: mediante la construcción modular y el aumento de la construcción off-site, además de la irrupción de nuevos materiales.
  4. Refuerzo de la cadena de suministro: integración vertical y búsqueda de proveedores alternativos.
  5. Mayor orientación al cliente y cuidado de la imagen de marca: será más importante que nunca el acercamiento a nuestros clientes, tanto actuales como futuros.

Algunos de esos parámetros, como la industrialización, la globalización y la digitalización han sido vectores de cambio en la práctica totalidad de las industrias en las últimas décadas. No así en el sector de construcción, que se ha mantenido mucho más estático y menos productivo. Abordar estos cambios en la situación actual es un enorme reto, pero lo que está en juego, sin duda, merece la pena.

La industrialización, la globalización y la digitalización han sido vectores de cambio en la práctica totalidad de las industrias en las últimas décadas. No así en el sector de construcción, que se ha mantenido mucho más estático y menos productivo. Abordar estos cambios en la situación actual es un enorme reto, pero lo que está en juego, sin duda, merece la pena.

Sobre Lantania

Lantania construye grandes infraestructuras de transporte, agua y energía para mejorar la calidad de vida y construir un mundo más limpio y sostenible. La compañía cuenta con una cartera de obra en curso superior a los 350 millones de euros y con activos de más de 80 millones. La construcción de la presa de Almudévar (Huesca), la electrificación del tramo Zaragoza-Teruel del corredor ferroviario cántabro-mediterráneo o la ejecución llave en mano de un parque solar fotovoltaico de 30 MW en Alcañiz (Teruel) son algunos de sus proyectos más destacados en la comunidad de Aragón, donde el grupo también cuenta con una fábrica de traviesas ferroviarias de hormigón pretensado en Luceni (Zaragoza).

 

  • [I] McKinsey Global Institute, febrero 2017, “Reinventing Construction: a route to higher productivity
  • [II] McKinsey & Company, junio 2020, “The next normal in construction. How disruption is reshaping the world’s largest ecosystem
  • [III] Fuente de los datos: Confederación Nacional de Construcción. Datos de licitación de obra pública (obra civil y edificación) en las Administraciones Públicas.
  • [IV] Fuentes: datos de licitación de obra pública de la Confederación Nacional de Construcción y del Observatorio de la Fundación Laboral de la Construcción.
  • [V] El Confidencial, 23 de junio de 2020, “Descalabro inmobiliario: la inversión se desploma un 86% en el trimestre del covid
  • [VI] Pascual Fernández, Febrero 2019, “La inversión, financiación y gestión de infraestructuras del transporte”, Consejo General de Economistas y Universidad Internacional Menéndez Pelayo