• Entrevista a Abraham Sarrión, vicepresidente y CEO de Construcciones Sarrión, originalmente publicada por el diario El Economista

  • «El Gobierno debería dejar al mercado que oferte en sus mejores condiciones»

  • «Nuestra vocación es que la concesionaria pueda darle trabajo a la constructora»

Madrid, 12 de enero de 2021. Construcciones Sarrión afronta la crisis generada por la pandemia con la fortaleza que le confiere su solidez financiera, sin apenas deuda, su trayectoria como referencia en obra civil y la diversificación de sus negocios, con una presencia consolidada en el ámbito concesional.

Creada en 1970, la constructora familiar, con sede en Toledo, cumple 50 años con Abraham Sarrión, hijo del fundador Antonio Sarrión, al frente y con la tercera generación ya incorporada a los órganos de gobierno. Pese al entorno económico actual y la creciente competencia, la compañía mira al futuro con optimismo. El objetivo es abundar en las actividades de agua y medio ambiente y con una apuesta decidida por crecer en concesiones. Para ello, Sarrión, también vicepresidente de la Asociación Nacional de Constructores Independientes (Anci), demanda a la Administración que facilite y apueste por la colaboración público-privada para el desarrollo de nuevas infraestructuras.

Construcciones Sarrión cumple 50 años. ¿Cómo ha sido la trayectoria de la compañía?

La empresa fue creada por mi padre y su hermano en 1970 en Requena (Valencia) con plena vocación por dedicarse a la obra civil, con presencia fundamentalmente en Valencia, Castellón y Cuenca. A mediados de los años 80, se crean las Autonomías, me incorporo yo y la compañía se expande por Castilla-La Mancha y da el salto a Madrid y otras zonas de España. En los años 90 pasa a ser una empresa generalista de obra pública con presencia prácticamente en todo el territorio nacional. Y desde el 2000 hemos puesto la mira en aquellas áreas de negocio que no teníamos tan focalizadas, como agua, medio ambiente y edificación, y hemos desarrollado la actividad concesional, que ya es una parte muy importante del grupo. De hecho, decidimos segregarla y hoy tenemos dos compañías de referencia, Construcciones Sarrión, que es la constructora, y Sarrión Concesiones con la actividad concesional. Desde 2010 se ha incorporado la tercera generación, con mi hijo Abraham, y para nosotros es una satisfacción ver que tenemos recorrido después de 50 años. Seguimos mirando con optimismo hacia adelante.

«Para nosotros es una satisfacción ver que tenemos recorrido después de 50 años»

¿Cómo está enfrentando la empresa la pandemia por Covid-19?

Nos hubiese gustado hacer una celebración por los 50 años, que no es fácil alcanzarlos en un sector muy duro y muy competitivo. Queríamos haberlo compartido con todos aquellos que nos han hecho llegar hasta aquí, nuestros clientes, fundamentalmente, aquellos que confían en la marca Sarrión como son el Ministerio de Fomento, el de Transición Ecológica y todas aquellas Administraciones territoriales con los que estamos ejecutando contratos. Llevamos una década con una crisis que no ha terminado de levantar y en el 2020 nos llega la Covid-19. Somos afortunados porque estamos trabajando en casi todas nuestras obras, pero de una forma diferente. Unas obras que veníamos de ganar con una importante competencia y con los precios ajustados. Somos conscientes de que esto va a acarrear unos resultados negativos porque la Covid nos obliga a trabajar con todas las medidas de seguridad y, por lo tanto, con menores rendimientos.

Hemos podido aguantar sin hacer ningún Erte (Expediente de Regulación de Empleo Temporal), pero hemos pedido un esfuerzo muy importante a nuestra gente y se han ajustado en sus retribuciones. Son conscientes de que es un momento duro y la plantilla (unos 160 trabajadores) no ha dudado lo más mínimo en que hay que apretarse para salir adelante.

«Nuestra esperanza es que tenemos una compañía saneada, solvente, que no tiene apenas deuda, que tiene una plantilla altamente cualificada y con unos recursos importantes»

¿Y qué perspectivas tiene para los próximos meses?

Con preocupación. No sólo por lo que estamos sufriendo nosotros, sino porque lo que estamos viendo en la prensa es que todos los números de todas las grandes compañías del sector son negativos, con menos resultados, menos facturación, vendiendo activos para poder aguantar el año…, el sector está fastidiado. La licitación ha desaparecido prácticamente y la competencia sigue siendo muy importante. Nuestra esperanza es que tenemos una compañía saneada, solvente, que no tiene apenas deuda, que tiene una plantilla altamente cualificada, unos recursos importantes, que tiene una presencia muy importante en el territorio nacional y que llevamos muchos años trabajando en colaboración con distintas universidades del país, muy especialmente con la de Castilla-La Mancha. Afrontamos 2021 y 2022 con la tranquilidad de la cartera que tenemos, pero estamos pendientes de todo aquello que sale y tenemos expectativas de poder estar en los contratos derivados de los fondos europeos, ya sea a través de licitaciones presupuestarias, colaboración público-privada o concesiones. Estamos preparados, estamos capacitados y vamos a intentarlo porque tenemos una buena marca.

En un contexto de caída de la licitación y la contratación pública, ¿cómo ha evolucionado la cartera de la compañía?

Este año, durante la pandemia, hemos sido afortunados y hemos podido ganar varios contratos que nos dan un poco de estabilidad. Destacaría dos contratos importantes de operación y mantenimiento: hemos renovado el de la A-6, con el Ministerio de Transportes, por tres años, y hemos conseguido ganar para cuatro años una zona muy importante de Castilla-la Mancha de un conjunto de unas 60 estaciones depuradoras. Estos dos contratos nos han ayudado a que la situación no sea tan dramática. Para nosotros también es importante haber ganado el primer contrato con el Ayuntamiento de Madrid para un parking disuasorio en la Avenida de la Aviación Española.

«Las concesiones y la colaboración público-privada son el futuro porque las Administraciones Públicas tienen demasiada deuda y no van a contar con tantos recursos presupuestarios»

Hace dos años decidió recomprar la participación del Banco Espirito Santo (BES) en Construcciones Sarrión. ¿Fue una decisión acertada?

Sin lugar a dudas. Cuando llamó a la puerta el Banco Espirito Santo en 2006 entendimos que era un aliado estratégico para crecer. Pero en 2014 el Banco de Portugal lo intervino y todo lo que nos parecía que nos daba solidez, tranquilidad y solvencia, tornó en problemas. Encontramos la oportunidad de endeudarnos para comprarles su participación y hoy, dos años y medio después, estamos satisfechos de lo que hicimos y del recorrido que hemos tenido desde entonces con esa segregación de dejar la constructora de infraestructuras pura en un lado y el negocio concesional, en otro. Con ello tenemos dos especialistas de cara a un mercado en el que las concesiones y la colaboración público-privada son el futuro porque las Administraciones Públicas tienen demasiada deuda y no van a contar con tantos recursos presupuestarios. Van a necesitar la iniciativa privada y, además, hay mucho dinero en el mercado, hay sobreoferta de dinero y está a unos precios que creo que puede hacer el modelo concesional algo más competitivo. Hoy estamos tranquilos y mirando al futuro con cierto optimismo por los fondos de la UE, que es verdad que muchos no van a destinarse a infraestructuras, pero estamos en un sector que tiene que participar en la reconstrucción del problema de la Covid sin lugar a dudas.

¿El objetivo de Sarrión es convertirse más en concesionaria que en constructora como están haciendo algunas referencias del sector?

Creo que hay una distinción clara entre las compañías de construcción que tienen capacidad de sacar adelante una concesión, que conlleva ingeniería para desarrollar el proyecto, buscar y encontrar financiación, ejecutar la construcción de esa concesión, explotarla durante los años del contrato de manera adecuada. Ahí hay un poco menos de competencia porque el sector privado sí selecciona a los mejores a la hora de financiar las concesiones. Sarrión tiene ya muchos años en concesiones, lo vimos hace una veintena de años y nos metimos porque distingue a los mejores. Actualmente la constructora supone el 70% de los ingresos y la concesionaria el 30%.

«Nuestra vocación es que la concesionaria pueda darle trabajo a la constructora»

¿Su vocación es dar la vuelta a esos porcentajes?

Sí. Nuestra vocación es que la concesionaria pueda darle trabajo a la constructora.

¿En esa apuesta por concesiones y por la consolidación de resultados cabría el salto al exterior?

Difícilmente. Este mercado es muy competitivo, en España y en Estados Unidos, en Colombia, en Polonia, en todo el mundo. Hemos estado estudiando obras en Portugal, en Colombia o en México, pero no hemos tenido éxito. ¿Por qué te vas fuera a hacer obra? Porque aquí no tienes trabajo o porque tienes un problema de deuda y si no facturas no puedes devolverla y facturando puedes ganar dinero para devolver la deuda o perder dinero y aumentar la deuda, pero te permite estar vivo, sin facturar tienes que cerrar.

Creo que somos una compañía singular que por el tamaño tiene unas credenciales muy importantes en carreteras, puentes, tenemos concesiones, tratamos agua, tenemos consorcio para temas de residuos… Nunca nos ha preocupado el tamaño, sino la rentabilidad, y eso creo que también lo han visto las grandes compañías del sector, porque tenemos o hemos tenido concesiones con grandes compañías como Globalvia, FCC, Acciona… Hacemos obras con todos ellos, pero es porque Sarrión siempre aporta, se faja cuando entra en el contrato. Quiero ir contigo a arriesgar contigo, a empujar contigo, eso sí nos gusta, pero lo de facturar más o menos nunca ha sido una prioridad.

¿Ni siquiera en Portugal?

Estuvimos el año pasado mirando el plan de infraestructuras de Portugal e incluso llegamos a plantear una ‘joint venture’ para hacer algunos proyectos ferroviarios. Habíamos visto la posibilidad también de entrar en una empresa pequeña de Portugal, que se llama Ombro, pero se ha enfriado y estamos esperando a que pase la Covid. Pero Portugal no lo descartamos porque los 12 años con nuestros socios portugueses nos dieron una cultura sobre Portugal y es un país que nos gusta mucho.

«Nuestro plan estratégico pasa por el modelo concesional y estamos muy expectantes con el tema del agua en Castilla-La Mancha»

¿Cuáles son las prioridades del plan estratégico de Sarrión para los próximos años?

Intentamos hacer un plan estratégico que nos creamos a tres o cuatro años. Pasa por el modelo concesional y estamos muy expectantes con el tema del agua en Castilla-La Mancha. Estamos pendientes de asuntos como el plan de carreteras de Aragón que ha anunciado que quiere sacarlo vía concesional y también estamos investigando alguna oportunidad en el ámbito energético.

¿En energías renovables?

Sí.

¿Para construir o también desarrollar?

Ambas. Entrar en el equity y ser epecista (construcción e ingeniería), y si podemos estar en operación y mantenimiento.

¿Ya tienen algún proyecto avanzado?

Estamos analizando entrar en un vehículo.

Se refería a la venta de activos que están llevando a cabo muchas constructoras. ¿Se plantea Sarrión desinversiones en este momento?

No nos hemos negado nunca a rotar activos. Somos empresarios, estamos en los negocios y sabemos que evidentemente una de las opciones que te permite es rotar los activos. Estamos preparados para ello, pero no hemos sacado ningún proceso de venta.

«No descartamos mirar cualquier otra oportunidad que nos pudiera hacer crecer, siempre desde el punto de vista de la absorción»

Desde hace años se apunta a una posible consolidación en el sector de la construcción. ¿Sarrión está dispuesta a participar en algún proceso?

En estos 50 años de historia de Sarrión he vivido varios procesos de integración de socios e intentos de crecimiento. El último con muchísima ilusión fue el del BES, pero la historia no nos había enseñado que los bancos caían, desaparecían o se fusionaban como hemos visto en esta última década. Ahora mismo Sarrión está tranquila, pensando en consolidarse más como compañía para tener de verdad fuertes cimientos, pero evidentemente no descartamos mirar cualquier otra oportunidad que nos pudiera hacer crecer, siempre desde el punto de vista de la absorción. Buscar recursos, capital que nos haga crecer solo lo descarto. No queremos perder el control y nuestras metas no están en crecer en facturación sino en resultados.

De esos fondos europeos, las infraestructuras apenas recibirán 5.000 millones el próximo año, según las estimaciones del Gobierno. ¿Son suficientes?

Son absolutamente insuficientes para todas las necesidades del conjunto del sector. Estamos expectantes por ver qué se puede hacer con la colaboración público-privada fuera de los Presupuestos. Lo más importante es que se haga una reglamentación expresa, fuera de la ley de contratos del sector público, para este periodo de reconstrucción del Covid en la que la contratación de la Administración Pública aborde la ley de desindexación, que es lo que está ahora mismo bloqueando la inversión concesional por el poco margen que deja. Esta regulación especial tiene que ser ágil y servir para el corto plazo de tiempo que está dando la UE para poder invertir todos esos fondos y que de verdad impacten en la economía. Si esa legislación nueva se hace y es versátil permitirá que lleguen nuevos recursos a parte de los 5.000 millones presupuestados que entendemos que se quedan cortos para un sector tan dinámico como es el nuestro.

El ministro José Luis Ábalos ha repetido que la colaboración público-privado iba a ser un pilar en el desarrollo de infraestructuras, pero por ahora el Plan de Carreteras se ha frenado y no hay ninguna iniciativa en marcha. ¿Espera que se cambie la ley de desindexación?

El Ministerio ha parado el Plan de Carreteras porque está esperando a ver qué cabe en esos fondos. Lo primero que debemos hacer es identificar las necesidades reales de infraestructuras que debe tener el país y no equivocarnos. Una vez hecho esto es ver cuáles caben dentro de los posibles fondos que puedan venir y cuáles no. Si es una infraestructura absolutamente necesaria y no tiene recursos del Estado hay que buscarlos fuera y debemos eliminar las barreras para que pueda participar la iniciativa privada. Hay muchas infraestructuras de agua o de residuos en los que las sociedades privadas pueden multiplicar por cuatro o por cinco esos fondos de la Administración a la hora de invertir en una infraestructura. De esta situación tenemos que salir entre todos y lo que sería absurdo es no mirar al sector privado para la recuperación y no encontrar las herramientas adecuadas para unir los recursos privados con lo público.

«El Gobierno debería estar pensando en hacer una excepción para una serie de infraestructuras a toda esta época Covid»

Estamos en un momento excepcional. Se está trabajando en hacer una reglamentación excepcional, incluso se habla de si se puede hacer mediante un Real Decreto-ley que rija las contrataciones de todo el periodo de recuperación y resiliencia. El Gobierno debería estar pensando en hacer una excepción para una serie de infraestructuras a toda esta época Covid, durante seis años, el periodo 2021-2026, de manera que no les afecte la ley de desindexación y dejar al mercado que sea capaz de ofertar en sus mejores condiciones.

Limitar por abajo o por arriba el resultado de una concesión, teniendo a cuatro o cinco de las mayores constructoras a nivel mundial, me parece casi un insulto. Hay que tener menos miedo a eso, hay que intentar ver que el modelo concesional funciona, porque ha funcionado. Es verdad que las radiales quebraron, pero porque las expropiaciones ya lastraron de inicio ese modelo. Hay concesiones que han funcionado muy bien.

Los fondos europeos tardarán en llegar al menos hasta el próximo verano y Sarrión está saneada, pero hay constructoras que lo están pasando muy mal -algunas ya se han declarado en concurso-.

Estamos saneados pero no podemos comernos nuestros recursos. Podemos aguantar una temporada. Se trata de que hasta que lleguen los fondos que están en la otra orilla seamos capaces de cruzar el río y no nos quedemos en el camino. Esto lo hemos trasladado claramente desde Anci. Hay varios aspectos que hemos pedido: certificar la anualidad de las obras afectadas por la Covid, adelantar anualidades futuras para acortar la vida de un contrato, ayudas por los gastos de seguridad y salud que ocasiona la pandemia y una revisión de precios Covid en los contratos afectados.

¿Han atendido alguna de estas peticiones hasta la fecha?

Se han comprometido en ayudar a la hora de ir certificando las anualidades que hay, en no detraer de un año para otro, pero las otras las estarán estudiando imagino.

«Es absurdo sacar una obra de 300 millones que se puede ir en plazo y perder los recursos de la UE»

Anci también ha presentado un documento con 168 obras para que sean asumidos por los fondos europeos y con un presupuesto de menos de 100 millones de euros. ¿Perciben las constructoras medianas más sensibilidad por parte del Ministerio para hacer un reparto de los fondos más equitativo?

Creo que el Ministerio siempre nos ha tenido en consideración. En ese listado no estamos pensando que las obras se hagan de un tamaño más pequeño porque tengamos más capacidad las empresas de Anci. Es un trabajo hecho con rigor y lo que sí ha primado son los cortos plazos que nos está marcando Europa para la plasmación y la ejecución de esos recursos. Es absurdo sacar una obra de 300 millones que se puede ir en plazo y perder los recursos de la UE.

La pandemia ha hundido los tráficos en las autopistas y las concesionarias presentaron reclamaciones. ¿En qué punto se encuentra este proceso?

Nosotros presentamos reclamación administrativa en todas las concesiones que tenemos, no solo en las del Ministerio. Y hasta ahora tenemos silencio administrativo en todas, a la vista del cual cabe presentar un contencioso administrativo o no. Habrá que plantear en los consejos de administración de las concesionarias qué pasos queremos seguir.

Las significativas bajas con que se adjudican los contratos constata la elevada competencia. ¿Quién tiene más responsabilidad, las empresas o la Administración?

Las dos partes tienen responsabilidad, la primera la Administración, sin Pliego no habría licitación, luego este puede moderar mucho la competencia desleal o las bajas desproporcionadas y, en segundo lugar, las empresas, que deben ser más responsables de la oferta. Para eso están los pliegos, que pueden corregir mucho. Las Administraciones Públicas han trabajado mucho en este sentido, pero hay que seguir insistiendo en acotar la temeridad y que se compita en igualdad de condiciones, porque hay muchas empresas zombis que pueden licitar con una deuda desmesurada, incumpliendo el pago a los subcontratistas, pero que ven en el contrato una operación de crédito para seguir viviendo.